Una pequeña niña llamada Ameli estaba muy aburrida, y
estando en el fondo de su casa, justo en un pasillo donde se guardaban algunas
cosas viejas que nadie usaba, le dieron ganas de treparse y tocar un parte de la
pared que tenia unas manchas medias marrones y medias verdes.
Ella sabia caminar solo un poquito, pero le era más
fácil gatear, entonces gateando subió por aquellas cosas viejas y llego hasta
el lado de la pared arriba y metió sus deditos en las manchas, al tocarlas se
dio cuenta que estaban medio como mojadas y le parecía que era una pared muy fresca. Como era
primavera, y ya comenzaba a hacer un poco de calor, le gustaba subirse ahí y
tocar con las manos esas manchas de humedad.
Su madre mientras colgaba la ropa, solo veía que ella
entraba y salía de allí y la dejaba porque sabía que no era un lugar peligroso
para ella.
Pasaron unos días y Amelie por la tarde cuando su
madre colgaba la ropa se fue de nuevo a ese pasillo y cuando miro la pared se
quedo como congelada mirando, resulto que había flores colgando de la pared que
ella tocaba siempre, algunas eran de color amarillas y violetas y otras azules.
Estaba tan sorprendida que se quedo callada por un rato, luego salio, pero al
ratito volvió a entrar a ver si eso que vio realmente era verdad y pudo
comprobar que si, las flores estaban ahí, no era un sueño.
Justo en el techo de chapa había unos agujeritos y eso
hacía que el sol entrara y pudiera alimentar las flores, entonces las flores
brillaban en la pared y parecían como flores mágicas resplandecientes.
Como no hablaba bien le dijo a su madre que tenía
flores en la mano, pero lo dijo así -- Flores mami, flores mano -- la madre la
miro y la abrazó y le dijo – ¡Que lindo que te gustan las flores! – Pero ella lo
volvió a repetir y la madre no entendía.
Otro día la madre entendió lo que ella quería decirle,
pero no le creía nada. Trato de decirle a su papa, pero el padre también pensó
que era un juego, no le creyó nada.
Hasta que un día estando toda la familia en el patio
de la casa empezó a señalar el lugar donde estaban las flores colgantes y todos
fueron a ver y se quedaron todos sorprendidos viendo las flores brillantes
colgando de la pared. Amelie sabia que tenía poder en las manos para hacer
aparecer flores en las paredes manchadas.
Sus padres no entendían que había sucedido, pero se
dieron cuenta que en el piso había unos viejos sobres de semillas de flores que
se habían caído al piso, y eso hacía que Amelie pasara gateando por ahí y como
tenia las manos todas pegoteadas de comer dulces, se le pegaban muchas
semillitas de flores del piso y luego al tocar la pared quedaban plantadas en
las partes húmedas con tierra y polvo que tenían los ladrillos, lo que hacía
que crezcan flores y queden colgando.
Esto era algo maravilloso. Luego Amelie lo hizo varias
veces más y pudo llenar la pared de flores.
Esto la hizo pensar que ella en sus manos tenía un
poder especial para hacer que cualquier cosa se viera tan linda como esa pared
llena de flores.
Con nuestras manos tenemos el poder de
hacer muchas cosas bellas, y que lo que era feo, se vea lindo. Siempre recuerda
que en la vida podrás hacer con tus manos muchas cosas que parecerán
increíbles.
Por Esteban Correa
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