Hace tiempo veía siempre, todas las tardes, al pasar
por un cruce de esquinas a unas cuantas cuadras de mi casa, a un hombre, el
hombre distraído. Siempre estaba allí, sentado, calmado y relajado leyendo el
diario, el mismo diario todos los días. Esta escena pude contemplarla por
varios años.
Al terminar mi camino por una calle poco transitada
que costeaba las vias del tren, llegaba al cruce bullicioso de una avenida, y
justo enfrente ya podía ver de perfil la casa y al hombre distraído de cara
a las barreras del tren. Algunos días se
entremezclaba el misterio con el tintineo que avisaba que venía el tren, no se
si algún conductor que se detenía a esperar las barreras podía ver lo mismo que
yo, o sentía lo mismo, tal vez no, porque ellos estaban apurados, solo yo y
algunos más (ojala) hayan podido ver eso que paso los últimos años en aquella
casa, él era ya mayor, no tan anciano, pero mayor, unos 65 años. ¿Quién era?
Nunca lo supe, ¿Cómo se llamaba? Tampoco lo se, ¿Qué logró en su vida? Eso
mucho menos.
Antes de llegar a su casa ya me causaba comezón porque
apostaría que estaba allí aunque aun no lo veía, nunca faltaba a su cita, era
un hombre distraído de fierro, cumplidor. Cuando avanzaba unos pasos más, lo
veía, ahí estaba otra vez, siempre solo. ¿Tendría familia, hijos, algo? En fin,
lo bueno de este hombre en esos años era que no tenía ningún apuro, porque con
su taza y con su diario rodeado de árboles y plantas caseras allí habitada
sereno, en su vieja casa de pared con baldosas rojas a la sombra de la tarde,
después de la siesta. A mi me parece que toda su vida paso leyendo el diario,
no tengo casi dudas de que fue un hombre que vivió casi solamente de las
emociones y pensamientos que le generaban las noticias del diario.
Su casa ahora dice: “VENDE” y esta muy triste, más
sola que antes, crecieron malezas, las plantas murieron, aunque algunas viven a
duras penas, por la gracia del sol y las lluvias. Sucia y abandonada, pobre
casa… ya no tiene ni siquiera a un hombre solitario que lee el diario todo el
día.
Es probable que el hombre distraído ya no este entre
nosotros, puede que ya no lea más ninguna noticia.
Pero volviendo a los viejos tiempos, me pregunto, tantas
noticias en su mente, procedentes del diario, ahora ¿donde estarán? Noticias de
aquellos años, noticias que ahora no tienen casi valor. Supongamos que leyó 3
horas por día, al cabo de un año serían 1095 horas. Yo lo observe por lo menos
cuatro años seguidos, así que estoy completamente seguro que paso 4380 horas leyendo
el diario. Pero a esto sumémosle unos años más, por lo menos 8. Seguramente
cuando no lo miraba, lo hizo, porque no creo que haya leído solo para que yo lo
vea en aquellos días y para que luego escriba este relato (aunque pienso que
esto le daría bastante sentido a que lo haya hecho).
Bien, la suma da, en una suposición muy cercana a la
realidad que él leyó el diario en su vida al menos unas 13.140 horas,
¡Increíble, que maravillosas las cosas que podemos hacer en 13.140 horas de la
vida!.
Imagínate que alguien te encuentra y te dice: - ¿Cómo
estás tanto tiempo?, ¡que alegría verte! ¿Que es de tu vida? – Y respondes: - acá
estoy, acá ando… estuve leyendo el diario unas 13.140 horas por los últimos 12
años – Cualquiera quedaría pasmado con una respuesta así, diríamos: - jaja
estás loco o ¿es una broma?. Aunque ni esta loco, ni es broma.
Cuantos policiales, muertes y aventuras de políticos
quedarán en la mente luego de 13.140 horas. ¿Cantas cosas que dice el diario
no?
Algunos no leen el diario, tal vez miran la
televisión, o buscan en Internet.
Lo mejor es saber bien que se busca y porque. ¿O será
que buscamos porque no sabemos que hacer con nuestras horas? Otros miran
revistas, hablan de la vida de los demás, arreglan problemas ajenos.
Un poco de información, la muy necesaria esta bien,
pero no exageremos amigos.
¿En que utilizarás tus próximas 13.140 horas?
Te lo digo porque tal vez no hayas hecho esta cuenta y últimamente estoy
descubriendo en mi ciudad muchos hombres distraídos.
Por Esteban Correa
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